Hablemos del conflicto

Imagina que colocáramos un círculo en el suelo que pone conflicto. ¿Cómo te posicionarías con respecto a ese círculo? ¿Encima? ¿De frente? ¿Mirándolo de lejos? ¿O quizás dándole la espalda?

El conflicto está presente, lo miremos o no. En nuestras organizaciones, en nuestras casas, en nuestras relaciones.  Incluso si lo intentamos evitar a toda costa, estará, porque la evasión, no es más que otra forma de acrecentar el conflicto.

Para poder abordar un conflicto, debemos entender que no es un hecho aislado sino un camino, un proceso, y como tal, entender sus etapas e identificarlas en fases tempranas, es básico para poder disolver las causas del mismo.

El camino parte de un INCIDENTE. Sea grave o leve a nuestros ojos, algo ha ocurrido que genera un impacto a nivel emocional a las personas implicadas. Tras ese hecho, viene el MALENTENDIDO, donde hay algo que no encaja a alguna de las partes y se genera un malestar, un pequeño “dolor”. No es grave, pero se empieza a generar cierto desencuentro, quizás algo de rabia, o simplemente confusión. Muy probablemente, hay una pequeña pérdida de confianza que hace que las personas implicadas, comiencen a tener otra mirada diferente.

Si no tomamos acción aquí, pasamos a la TENSIÓN. Aquí el malestar se hace patente, los implicados comienzan a buscar camaradas, personas que les apoyen y les refuercen en su posición. El conflicto se empieza a respirar y a ser evidente para todos. La emoción, sea la que sea, crece de forma exponencial. Incluso me atrevería a decir que las personas implicadas son más sensibles a todos esos pequeños incidentes que se siguen sumando al proceso. Todo se mira al detalle, incluso buscando la mala intención detrás de cada hecho.

Finalmente, llega la CRISIS, la explosión, la pérdida total de confianza, las faltas de respecto, las decisiones drásticas, la agresividad que aflora de una manera u otra. Aquí, en la mayoría de los casos, ya no hay marcha atrás. La relación, sea del tipo que sea, se rompe. Y eso afecta a las personas implicadas, pero también a todo su sistema, no lo olvidemos.

Abordar los conflictos desde la fase del MALENTENDIDO, nos lleva a entornos en los que si bien el conflicto puede surgir, lo cual es inevitable, éste se gestiona desde una fase en la que disolverlo es mucho más sencillo. Eso requiere un trabajo constante de detección y atención a esos pequeños incidentes.

Ahora te invito a que reflexiones,  ¿cómo es tu relación con el conflicto? ¿cómo te situarías con respecto a ese círculo situado en el suelo?